Buena Nueva: El todo y la nada
Si queremos seguir a Dios debemos estar dispuestos a darlo todo por El: “Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14, 25-33).
No podemos creer que estamos siguiendo a Cristo si preferimos otras cosas o personas más que a El. Y esto significa ponerlo a El por encima de cualquier otro afecto. Así sea el de los padres, el de los hijos o el del cónyuge. No se trata de no amar a los nuestros, sino de saber que primero viene El y después todo lo demás, inclusive uno mismo.
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