La mesa del cielo
Me hace falta jugar dominó. Es que sentarnos a la mesa para tirar fichas siempre fue un pretexto para el encuentro con personas importantes en mi vida. Más allá de la atención, la memoria y las probabilidades de las jugadas del contrincante, lo más trascendente de estar ahí en la mesa es la conversación.
Mi papá, mi maestro en el juego, le molestaba que habláramos mientras se desarrollaba la partida. Con su voz nasal decía: —El dominó lo inventó un mudo. Es decir, podríamos estar en silencio solo compartiendo el ballet de las fichas en la mesa.
En la mesa de dominó hay mucho más que fichas estrellándose contra la madera. Hay historias de vida que se hacen........





















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