Del odio y sus efectos
03 de noviembre 2024 - 03:05
Aun considerándose generalmente un sentimiento poco racional y éticamente detestable, algunos encuentran en el odio aspectos útiles y motivos de disfrute. Argumenta William Hazlitt –El placer de odiar (1826)– que “hay una secreta afinidad, un ansia de mal en el espíritu humano, que siente un perverso, pero delicioso placer en la maleficencia, fuente infalible de goce”. Entiende, además, que el bien puro acaba siendo insípido, falto de variedad y, al cabo, aburrido. Concluye Hazlitt que “el dolor es un agridulce que jamás harta. El amor –añade– a poco que flaquee, cae en la indiferencia y se vuelve desabrido: sólo el odio es inmortal”. Tal idea, presente también en Nietzsche o en Cioran, siendo moralmente inaceptable, es........
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