En Cuba se vende hasta el sancocho
LA HABANA, Cuba. – En algunos sitios del mundo el sancocho es ambrosía. El sancocho, esa enjundiosa mezcla de carnes y viandas consigue, en su caliente juntera, que algunos comensales se chupen los dedos. En Cartagena de Indias, hace ya unos años, me invitaron a un sancocho y decliné de inmediato, y todo porque recordaba esa juntera de sobras que en Cuba le echamos a los cerdos, y a la que también llamamos sancocho, como los colombianos a su juntera de carnes y viandas.
En Cuba siempre fue común la cría de cerdos encerrados en corrales que se levantan en los patios, incluso en las azoteas de quien no tiene patio. Y desde esos sitios de acomodo se escuchan los reclamos de los cerdos hambrientos y encerrados. En Cuba se hacen comunes los chillidos del cerdo hambriento que criábamos en casa y que en muchos casos hasta acariciábamos como si se tratara de una mascota.
Nuestra relación con los cerdos se volvió muy particular, fue casi de dependencia, y mucho más cuando Fidel Castro se hizo dueño del poder y nos mostró el hambre y todos sus pesares. Y tan particular se tornó la “crianza” de los cerdos en la Isla que hasta mostramos, con mucho orgullo, los avances del animal en su engorde y crecimiento. La familia hacía notar las libras que iba ganando el puerquito en su “plan de ceba”.
En Cuba nos jactábamos tanto de esas atenciones que hasta parecería que hablábamos de un ser humano. “Estoy criando un puerquito en casa para cuando la niña cumpla los 15 años”, así escuchábamos decir con muchísima frecuencia. En Cuba también se hizo común la crianza de pollos, carneros,........
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