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Cuando cocinar se volvió un lujo boliviano

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Mayo de 2025 quedará registrado como el mes más crítico del año para la economía boliviana. Una combinación de factores internos y externos desató una tormenta perfecta que golpeó con fuerza a los hogares y puso en jaque a pequeñas y medianas empresas. Entre todos los síntomas de esta crisis, uno se volvió emblemático: el precio del aceite comestible. Su encarecimiento, con aumentos semanales y en algunos casos diarios, convirtió a este producto básico en el termómetro más visible del deterioro económico. El aceite ya no es solo un insumo doméstico; es el símbolo del colapso de un modelo sostenido por ficciones cambiarias, subsidios cruzados y promesas incumplidas.

Durante más de 18 años, entre 2006 y 2024, el precio del aceite fue relativamente estable. Una botella de 900 mililitros costaba Bs. 8,10 en enero de 2006 y llegó a Bs. 12,30 en agosto de 2024. Un alza de Bs. 4,20 en casi dos décadas, con una tasa anual compuesta del 2,01%. Esta estabilidad aparente no fue fruto de una política eficaz, sino de condiciones coyunturales: el auge del gas y un contrabando que terminó siendo funcional. El aceite argentino, más barato gracias a subsidios y devaluaciones, ingresaba sin mayores obstáculos. La economía boliviana, de hecho, se beneficiaba de la crisis argentina. Productos subvencionados como aceite, fideos, productos de higiene y combustibles fluían desde Yacuiba hasta Cobija, conteniendo artificialmente la inflación interna.

Esa etapa terminó con la........

© Correo del Sur