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Desfile de envidia

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17.09.2025

La temporada global de desfiles militares llegó a su fin con el espectáculo de Beijing en septiembre, y, como era de esperarse, China se llevó todos los premios. Xi Jinping logró lo que cualquier dictador que se respete pretende conseguir: una perfecta coreografía del poder, con miles de soldados marchando como piezas de un mecanismo de relojería, mientras él observa desde su tribuna rodeado de los invitados más selectos del club autocrático mundial.

El contraste con el desfile de Putin en mayo en la Plaza Roja fue brutal. Mientras Beijing desplegaba misiles hipersónicos y drones nunca antes vistos, Moscú apenas logró hacer rodar algunos tanques por un escenario que cada vez parece más pequeño y triste. La guerra en Ucrania no sólo ha drenado el arsenal ruso; también ha expuesto la brecha creciente entre las aspiraciones imperiales del Kremlin y sus capacidades reales.

Pero si hay un ganador en la categoría de “el intento más patético” de organizar un desfile militar, ese es Donald Trump. El hombre que una vez presenció el desfile del Día de la Bastilla en París –y seguramente pensó “esto necesito tenerlo en casa”– finalmente consiguió su espectáculo militar en Washington. El resultado fue, por decirlo suavemente, subóptimo.

Las imágenes no mienten. Mientras en Beijing los soldados parecían robots programados para la perfección absoluta, en Washington los militares estadunidenses caminaban como si fueran a una convención de veteranos........

© Proceso