La batalla de Sopachuy, revolución bélica y geopolítica Sudamericana
El Cuarto Ejército Auxiliar de las Provincias Unidas del Río de La Plata comandado por Gregorio Aráoz de La Madrid partió de Tucumán el 18 de marzo de 1817 (18/3/1817) para ingresar al territorio de Charcas/Alto Perú. Sobre dicha incursión, Mitre indica que “una simple diversión se convertía en una verdadera operación de guerra ofensiva, sin base, sin plan y sin más objetivo que la buena o mala estrella del aventurero jefe de aquella expedición” (“Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina”; 1887). En cambio, de la información contenida en las “Memorias para la Historia de Bolivia” de Manuel Sánchez de Velasco (1848), “Historia General del Alto Perú, Hoy Bolivia” de Luis Paz (1919), así como de “Don Manuel Ascencio Padilla, Episodio Histórico” (1976), “En el año 1815, Episodio histórico de la Guerra de la Independencia” (1895) y “Huallparrimachi” (1967) de Lindaura Anzoátegui de Campero, se tiene que la operación de Aráoz de La Madrid tenía la finalidad de distraer a los ejércitos realistas de Cotagaita y Tupiza (Chichas), así como de Chuquisaca, comandados respectivamente por el general Pedro Antonio Olañeta Marquiegui (Olañeta) y por el coronel José Santos de la Hera y de la Puente (la Hera). Desmintiendo a los anteriores, Aráoz de La Madrid confiesa que el “verdadero punto a que me dirijia” era Chuquisaca (“Memorias del General Gregorio Araoz de La Madrid”; Tomo I, pág. 124; 1895).
En este marco, sucedió que los realistas recibieron refuerzos desde España (militares que pelearon contra la ocupación napoleónica) y tenían un buen jefe en el general José de la Serna y Martínez de Hinojosa (la Serna) quien, por orden del Virrey Joaquín González de la Pezuela Griñán y Sánchez de Aragón Muñoz de Velasco (la Pezuela), se disponía para una invasión a las Provincias Unidas del Río de La Plata a efecto de impedir que el general José Francisco de San Martín y Matorras (San Martín) y su ejército tramontaran la Cordillera de los Andes para ingresar en territorio de la Capitanía General de Chile.
Informados de este plan realista, los guerrilleros de las republiquetas de “Tomina” y de “Tarija”, incluso dejando temporalmente sus antiguos asientos, dirigieron sus tropas a otros territorios, tal fue el caso del coronel Jacinto Cueto España y de Esteban Fernández quienes se posicionaron en “Pomabamba” (hoy Azurduy) y el occidente del río Pilcomayo (Pilaya, Santa Elena, Cinti, etc.) para hostilizar y cortar el desplazamiento de las tropas realistas en tránsito a las Provincias Unidas del Río de La Plata. Los guerrilleros de Charcas no midieron su energía a efecto de darles más tiempo a los rioplatenses en su preparación de “Cuyo” antes de la invasión libertaria de la Capitanía General de Chile. En cambio, los rioplatenses tenían su propio plan secreto/adicional que contemplaba la toma de Chuquisaca, centro del gobierno realista en Sudamérica.
Anotado esto, el 15/4/1817, el Cuarto Ejército Auxiliar en cooperación con la republiqueta de Tarija venció en la Batalla de “La Tablada”. La derrota realista cayó como un rayo en Charcas. Los jefes españoles situados en Potosí avanzaron hasta Tupiza. Diego O’Reilly tomó las alturas de Cinti con la finalidad de garantizar la comunicación con Humahuaca y proteger Chuquisaca. Luego, reforzado además por la republiqueta de “Cinti”, sin ser detectado por las tropas realistas, el Cuarto Ejército Auxiliar llegó hasta “Don Diego” en las cercanías de la ciudad de Potosí. Desde este lugar, Aráoz de La Madrid condujo su tropa hacia Chuquisaca, asiento de la Audiencia y Chancillería Real de La Plata de la Provincia de los Charcas (Audiencia de Charcas), presidida entonces -interinamente- por José Pascual de Vivero y Salaverría, quien también era Gobernador Intendente de Chuquisaca.
La noche del 20/5/1817 Aráoz de La Madrid ocupó San Roque y las alturas de La Recoleta en la denominada “sorpresa de Chuquisaca”. Seguidamente, intimó dos veces la rendición de la plaza. José Pascual de Vivero y Salaverría le contestó que “las tropas del Rey no se rendían por las bravatas de sus enemigos, mientras tuviesen pólvora y balas” (Aráoz; “Memorias del General Gregorio Araoz de La Madrid”; Tomo I, pág. 130; 1895). Las fuerzas acantonadas en Chuquisaca no se rindieron y lograron repelerlo más allá de los suburbios. Paz relata que “la población de Chuquisaca estaba entregada al descanso al amparo de sus fuertes trincheras artilladas sin más guarnición que 100 hombres de línea. (.). Si en aquel momento La........
© Noticias Fides
