Humberto García Larralde: No apto para gobernar
Durante la campaña electoral para la presidencia de EE.UU. fue frecuente escuchar desde el Partido Demócrata que Donald Trump no era apto para ocupar la Casa Blanca. Y los muchos disparates que profería en sus giras, cada uno más extremo que el otro –los inmigrantes son criminales y hay que deportarlos; que impondría aranceles al resto del mundo; se desquitaría de quienes lo habían perjudicado políticamente; erradicaría la cultura “woke” que reconoce diversidad, inclusión y equidad; desmantelaría el Estado “socialista” de Biden; “solucionaría” de inmediato (en un día) la guerra de Ucrania; y muchas otras–, parecían darle crédito. Ahora, después de lo evidenciado en sus primeros dos meses de presidencia, puede concluirse que la alerta del Partido Demócrata (“unfit for office”) no era una hipérbole politiquera con fines electorales: el peligro está, efectivamente, confirmado. Trump no reúne los requisitos que se creía debe poseer quien fuera electo presidente de EE.UU.
El problema con esta aseveración es que parte de identificar la acción del presidente con las virtudes que deben definir a la democracia liberal. Si bien ésta se cimenta en el gobierno de la mayoría, es con base en reconocerles a todos derechos humanos fundamentales, sujeto a un marco legal que obliga a respetar la libertad y pluralidad de opiniones, la diversidad de preferencias y gustos, los derechos legítimos de minorías que no transgredan el Estado de derecho y la igualdad ante la ley. Lamentablemente, estos no son criterios con los que manifestó coincidencia el grueso del electorado estadounidense. Porque Trump no engañó a nadie. Está poniendo en práctica lo que anunció en su campaña electoral. No desentona el estribillo chavista, “¡Así, así, así es que se gobierna!”
Las deportaciones masivas ejecutadas violan muchas veces derechos procesales básicos y revelan un desprecio desalmado de quienes huyen de dictaduras y/o de la miseria. Su respaldo a la masacre cometida en Gaza por el gobierno de ultraderecha de Netanyahu, la humillación pública del presidente Zelensky de Ucrania en la Casa Blanca, la condescendencia con el déspota Putin, con quien desea repartirse el mundo y las presiones ejercidas sobre el........
© La Patilla
