Cualquier perspectiva se agranda con el paso del tiempo
OPINIÓN
Cuando yo era adolescente alguien me dijo que San Agustín no había sido un hombre vulgar, un santo al uso de esos que aparecen en los cuadros y en las recreaciones de los libros, como en trance, juntando las palmas de las manos en posición de oración, sino que en sus manos aparecía un libro. Que había sido un hombre muy adelantado a su tiempo. Que había gozado de una vida libertina. Y que había sentado la cabeza, al final de sus días, convirtiéndose al cristianismo y haciendo los suficientes méritos para llegar a alcanzar la santidad. Para más inri, las Fiestas de San Agustín en Toro gozaban de un merecido prestigio, pues no en vano superaban con creces a las del patrón de Zamora. Ambas cosas hicieron que me sintiera orgulloso del nombre que me habían puesto mis padres, aunque, muy probablemente, nada de esto había tenido que ver con los verdaderos motivos de su elección. En aquel entonces me pareció aquella semblanza del santo propia de un personaje de aquellos que salían en las películas de las sesiones de cine, en sesión "continua" y programa "doble", que ponían en el Teatro Principal.
Pero, mira por dónde, unos pocos años después, a la salida del cine, me dio por brujulear en la........
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