Como en Pataz, en El Charrúa
El suceso acaecido el día 2 de julio pasado, en el restaurante “El Charrúa” de La Molina ha puesto en evidencia el drama moral y de salud mental que atraviesa la sociedad peruana.
A diario observamos, experimentamos o percibimos la sensación de que vivimos en un ambiente violento. Comenzando por el tráfico, un tema del cual nadie se salva.
Tengas o no auto, tienes que movilizarte por esas carreteras, avenidas o calles del terror, donde no se respeta derecha ni izquierda, semáforo rojo, ámbar o verde, ceda el paso en cruce de peatones o acelere.
Simplemente no existen las señales de respeto, y la falta de respeto es una expresión de violencia.
Mucha gente dirá que la migración del campo a las ciudades es parte de la problemática, pero puedo dar fe, por haber vivido en provincia durante muchos años de mi vida, que tiempo atrás, el respeto no era un tema de castas ni de niveles socioeconómicos.
Los padres nos enseñaban a saludar, decir gracias, esperar nuestro turno, a ceder el asiento, y estos ejercicios diarios hacían que miremos a las personas como alguien cercano a nosotros.
Todo cambió con el terrorismo.
Terminada esta........
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