El monstruito del expresidente
La imagen es contundente: plantones en el Zócalo, bloqueos en calles, clases suspendidas en miles de escuelas y millones de niños sin poder estudiar. Esa es la fotografía de la educación pública en México bajo el régimen obradorista. La CNTE —esa disidencia sindical que en otros tiempos era sinónimo de chantaje— hoy también es sinónimo de poder. Un poder que no solo se tolera: se premia, se obedece, se institucionaliza.
Durante el sexenio de López Obrador, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación no fue solo una aliada electoral: fue el grupo consentido del régimen. Se le devolvieron privilegios, se le perdonaron deudas, se reinstaló a maestros cesados, se derogó la reforma educativa que buscaba poner un alto a sus excesos y se le concedió lo más valioso que puede tener un grupo de presión: control. Control sobre plazas, sobre decisiones educativas, incluso sobre espacios en el Congreso.
Ahí están los nombres: Azael Santiago Chepi, Adela Piña Bernal, Irán Santiago........
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