No hay una respuesta binaria simple a esta pregunta, habría que recurrir a un análisis cuántico para desglosarlo a la perfección, pero intentemos:

Los ataques de la semana pasada con sistemas HIMARS a las infraestructuras energéticas en Bryansk y Belgorod marcan un punto clave: no se dirigieron a las zonas recientemente disputadas o recuperadas (como partes de Kursk o Donbass), sino al territorio ruso "histórico" y prebélico. Esto implica un umbral cruzado, ya que los HIMARS estadounidenses requieren obligatoriamente coordinación satelital o inteligencia de EE.UU. para su precisión, eso Trump no lo puede negar, lo que eleva el riesgo de escalada directa entre potencias.

Sin embargo, el panorama apunta más a una combinación de frustración estratégica de Trump además de una subestimación pública de la capacidad rusa, aunque no tanto como para ignorar por completo el riesgo nuclear.

Los ataques contra Bryansk y Belgorod no son ataques aislados: forman parte de una campaña ucraniana contra la energía rusa (16 refinerías golpeadas desde agosto), pero su ejecución con HIMARS sugiere luz verde de la administración Trump desde Washington para........

© Aporrea