El FMI y la «economía inclusiva»
Los grandes y mejores acaban de asistir a un Foro Económico Mundial especial en Riad, Arabia Saudí. El tema de la conferencia, a la que asistieron más de 1.000 delegados de empresas, gobiernos y agencias internacionales, fue la cooperación global y el crecimiento inclusivo. En otras palabras, cómo revertir las crecientes guerras comerciales internacionales y la creciente desigualdad de ingresos y riqueza con políticas de cooperación y medidas económicas inclusivas.
Había una cierta ironía en que todos estos asistentes discutieran políticas económicas «inclusivas» en Arabia Saudí, un país infame por su discriminación y exclusión de mujeres, gays y explotación de su población inmigrante, que hace la mayor parte del trabajo en el país. Sin embargo, los dirigentes del FMI y el Banco Mundial estaban allí para promover con toda energía su nuevo objetivo de un «pacto para el crecimiento inclusivo». El objetivo es «revertir» lo que creen una tendencia reciente hacia una mayor desigualdad de ingresos y riqueza a nivel mundial.
La líder del FMI, Kristalina Georgieva, estuvo allí para presionar a favor de políticas que impulsen la colaboración global y reduzcan la desigualdad económica, aparentemente un cambio por parte del FMI en relación con su anterior defensa de la competencia, la «flexibilidad» laboral y la «prudencia» fiscal que han sido las consignas de la política económica del FMI durante décadas.
Es como si el FMI hubiera cambiado. Recientemente, incluso promovió un artículo del ganador del premio Nobel, Angus Deaton, que viene denunciando las crecientes desigualdades de ingresos y movilidad social en sus libros y artículos. En un artículo, tirulado «Rethinking my economics» («Repensando mi orientación económica»), Deaton expresa su mea culpa sobre los cambios de sus propios puntos de vista.
Deaton cree que la teoría económica convencional (y por implicación el FMI, el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial) «están en cierto desorden. No predijemos colectivamente la crisis financiera y, peor aún, es posible que hayamos contribuido a ella a través de una creencia demasiado entusiasta en la eficacia de los mercados, especialmente los mercados financieros cuya estructura e implicaciones entendimos peor de lo que pensábamos». Por lo tanto, los «mercados libres» no son tan eficaces como se afirma y no se pueden evitar las crisis.
Deaton admite que «recientemente me he encontrado cambiando de opinión, un proceso desconcertante para alguien que ha sido un economista en ejercicio durante más de medio siglo». Verá, el «énfasis en las virtudes de los mercados libres y competitivos y el cambio técnico exógeno puede distraernos de la importancia del poder de fijación de precios y salarios, en la elección de la dirección del cambio tecnológico y en la influencia en la política para cambiar las reglas del juego».
Así que Deaton ha tenido una epifanía. Ahora descubre que es el poder del capital y su intento de explotar el trabajo lo que es la fuerza motriz de las economías, no la eficiencia técnica o los mercados «libres y justos». Aparentemente, en algún momento, no definido por........
© Tercera Información
visit website