Carta abierta a los trabajadores y trabajadoras de Puerta de Hierro
Siempre he admirado profundamente la figura del docente —profesión que he ejercido durante toda mi vida laboral—. Recuerdo con especial cariño a mi primer maestro, don Enrique, que me dio clase en 1º de EGB. Me regaló un cómic que leí durante semanas, cada mañana en el desayuno, hasta que las páginas quedaron tiesas y manchadas de colacao. Esos gestos que te acompañan toda la vida, esa forma de cuidar… es lo que he vuelto a sentir en estos días, pero esta vez de la mano del personal sanitario.
Tras un episodio de fuertes vértigos, tuve que ser trasladada en ambulancia al Hospital Puerta de Hierro. Iba muy inhabilitada, asustada, y mi pareja no pudo venir conmigo. Fueron los sanitarios de la ambulancia quienes me tranquilizaron durante el trayecto. Me acompañaron como si me conocieran, con una humanidad que me conmovió.
En urgencias, pasé por el triaje y me derivaron a neurología. Allí me atendió una neuróloga con muchísima profesionalidad y calidez. Me hizo preguntas, pruebas, y decidió realizar un TAC. No sabría decir cuánto........
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