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República Bolivariana de Colombia

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El presidente siempre ha sido un revolucionario “bolivariano”, condición que nadie en su gobierno comparte, como se los dijo en la cara a sus altos funcionarios en el extraño consejo ministerial del 4 de febrero, que tanto disfrutó la teleaudiencia nacional.

Años atrás, en su autobiografía Una vida, muchas vidas, nos había recordado que, en 1822, el Libertador escribió su Delirio sobre el Chimborazo: “He pasado a todos los hombres en fortuna, porque me he elevado sobre la cabeza de todos. Yo domino la tierra con mis plantas…”. El Libertador ya tenía cuarenta años cuando escribió su poema auto laudatorio. Petro, apenas al salir de la adolescencia, tuvo una alucinación semejante que lo condujo a escalar la Peña del Guaita, una montaña cercana de Zipaquirá: “Nuestro objetivo era… iniciar lo que considerábamos nuestro juramento a la lucha revolucionaria”. Y ahí va.

En su tarea de refundar la patria, Petro tal vez no tenga las capacidades para liderar una insurrección popular o ser el protagonista de un alzamiento castrense. Sus llamados a la movilización callejera o a una constituyente convocada por fuera de las previsiones constitucionales, han sido— hasta ahora— mera retórica, aunque en la medida en que avance el proceso electoral, endurecerá su discurso polarizante.

Lo percibo focalizado— hasta donde puede— en ganar los comicios del año entrante; sabe que sus posibilidades de construir un legado positivo para el país son escasas. Sin embargo, si estuviere equivocado en esta hipótesis, tengo la razonable certeza de que las instituciones de Colombia, estatales y civiles, son capaces de resistir sus embates. Es lo que ha........

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