La marcha: ¿Espontaneidad o inducción interesada?
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La marcha del sábado pasado mostró algo más profundo que un descontento momentáneo. Lo relevante no fue solo quién asistió o qué consignas se escucharon, sino quién logró fijar el significado de lo ocurrido. En un contexto marcado por la polarización social, la protesta funcionó como catalizador de interpretaciones en disputa, más que como un factor de inflexión real en el panorama político. Ese es el punto de partida para entender su alcance: un evento visible, cargado de emoción, que abre preguntas más grandes sobre cómo se construye hoy la legitimidad, la representatividad y la eficacia de las expresiones colectivas en México.
Primero. La marcha mostró que la pelea central ya no ocurre solo en las calles, sino también en la narrativa que se enciende justo después. Cada político intentó captar el sentido del evento. Algunos vieron el evento como una expresión clara del cansancio de la gente. Otros vieron el evento como una operación provocada, amplificada y usada por los opositores. Los medios nacionales cubrieron el evento desde varios puntos de vista.
Los medios internacionales miraron el evento desde lejos y señalaron la complejidad y las tensiones internas. Lo relevante no fue el número de........





















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