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cambiar todo para que nada cambie

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03.06.2025

La farsa democrática: del pueblo soberano a la servidumbre electoral

España no está gobernada por sus ciudadanos, ni siquiera por sus votantes. Está gobernada por una casta profesional que ha secuestrado las instituciones democráticas para su propio beneficio, amparada en una Constitución que nadie puede reformar sin permiso del club de oligarcas al que llaman “partidos políticos”.

Lo llaman democracia, pero es un teatro en el que los mismos actores se turnan en escena mientras el guion lo redactan burócratas, lobbies, bancos y consejos de administración. El ciudadano cree votar, pero lo que hace es legitimar una oligarquía partitocrática.

Y es que cuando las personas decentes deciden desentenderse de la política —porque les repugna, porque están hartos, porque creen que no sirve de nada—, el vacío lo ocupa la basura moral: los cínicos, los trepadores, los ignorantes útiles y los malvados útiles. Y así nos va.

La ley del gorrón: por qué el bien común se hunde

Mancur Olson nos lo explicó con una claridad desarmante. Los ciudadanos no participan en la política porque es irracional hacerlo. ¿Para qué afiliarse a un partido, militar, manifestarse, organizarse, si el beneficio del resultado —si es que llega— lo disfrutarán igual quienes no han hecho nada?

Eso se llama dilema del gorrón. Si colaborar con otros no mejora sensiblemente el resultado final, y encima me beneficio igual si me cruzo de brazos, ¿para qué moverme? Ergo, la mayoría no se mueve. Y los que se........

© Periodista Digital