El nuevo analfabetismo es digital.
Me queda la palabra
Blas de Otero
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Vivimos una paradoja cultural inquietante: nunca se ha producido, compartido y consumido tanto lenguaje como hoy… y, sin embargo, nunca se ha pensado tan poco.
A pesar del bombardeo constante de palabras, imágenes y mensajes, nuestros adolescentes —y no pocos adultos— están sufriendo un preocupante empobrecimiento del lenguaje y una pérdida de la capacidad de pensamiento crítico.
Están perdiendo la capacidad más fundamental del ser humano: nombrar con precisión la realidad para poder comprenderla y pensarla.
Este fenómeno no es nuevo, pero se ha acelerado con el avance de las tecnologías digitales y el cambio radical en los modos de comunicarse y aprender.
La cultura de la inmediatez, las redes sociales, el uso abusivo de pantallas y la sustitución del texto por la imagen han provocado un empobrecimiento drástico del lenguaje entre los más jóvenes. Y donde muere el lenguaje, muere el logos, es decir, el sentido, la razón, la verdad compartida.
¿Qué es el nuevo analfabetismo digital?
Es la pérdida progresiva del lenguaje articulado y del pensamiento crítico entre los jóvenes, causada por el abuso de pantallas, redes sociales y modelos culturales........
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