Pequeñas f(r)icciones: ¿Podemos con Antauro?
Santiago de Surco. 10 de la mañana. La camioneta negra de lunas polarizadas aparece en medio de la calle, orilla la vereda y se detiene, con autoridad, frente a la casa. El chofer le hace una indicación al hombre de seguridad y, un par de segundos después, la puerta levadiza del garaje se abre. El vehículo ingresa, despacio, como un animal tanteando terreno desconocido. En el interior, luego de avanzar algunos metros, la camioneta se estaciona debajo de un cobertizo, al lado de otros dos vehículos. Ni bien se abre la puerta posterior, Antauro Humala desciende. Viste un jean, una camisa azul y zapatos marrones. Mientras camina, sus ojos se abren más para contemplar la residencia. Detrás de él, cuatro hombres, circunspectos, muy serios, salen del vehículo. Llevan botas negras, pantalón caqui y polo de camuflaje.
Del interior de la casa emerge un hombre vestido con saco y corbata, de baja estatura y de abundante cabello negro technicolor. Es José Luna, dueño de la residencia, presidente de Podemos Perú y actual congresista. Para Humala, que el propio Luna haya salido a recibirlo, a él y a su comitiva, era una buena señal.
Poco tiempo después, ya todos se encuentran acomodados en la sala. En un sillón individual, Luna se muestra sonriente, atento, haciendo lo posible por ser —o parecer— un buen anfitrión. Frente a él, Humala está sentado en un mueble similar. Más atrás, de pie, sus cuatro acompañantes están alineados, inmóviles, como si fuera un pequeño coro a punto de cantar.
—Perdona, Antauro —dice Luna mirando de reojo a los hombres detrás-. ¿Ellos son tus…?
—Mis reservistas.
—Claro, y dime, ¿siempre andan contigo? —preguntó Luna.
—Sí, claro. Es mi guardia pretoriana.
—Vaya —trata........
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