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Pequeñas f(r)icciones: Boluarte en el sillón rojo

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16.03.2025

Un barullo generalizado, mezcla de sirenas, gritos, arengas e insultos, anuncia el ingreso de Dina Boluarte a Panamericana Televisión. El cordón de seguridad, formado por una decena de policías, mantiene a raya tanto a los transeúntes que se han agolpado para recriminar a la presidenta, como a los periodistas de otros medios que pugnan por arrancarle alguna declaración. A un lado de ellos, ajenos a la vigilancia policial, un grupo de hombres y mujeres lanzan vivas, mientras levantan carteles con frases a favor de Boluarte, todas hechas con la misma letra, el mismo plumón y, muy probablemente, con el mismo presupuesto.

Apenas Boluarte y su séquito —dos hombres de seguridad, una asistente y un par de ministros— llegan a recepción, el productor sale a su encuentro. Saluda a la presidenta con la mayor ceremonia posible y la guía, a través de un pasillo, hasta el salón de maquillaje. A pocos metros del lugar, mientras espolvorean las mejillas presidenciales, el presentador, vestido de esmoquin, camisa blanca, corbata michi y zapatos de charol, está dando vueltas alrededor del set. Una tensión infrecuente lo hace andar y desandar de un lado a otro, como si estuviera enjaulado. Es un viejo lobo televisivo que ha entrevistado —y se ha enfrentado— a perro, pericote y gato, pero, sobre todo, a pericote. Sin embargo, tener como invitada a una presidenta de la República no es, de ninguna manera, un día más en la oficina.

“Buenas noches, este no será un programa cualquiera porque tenemos a una invitada de excepción. Yo que he sido y sigo siendo crítico de ella, tengo que admitir su valentía de venir y sentarse en el temido sillón rojo. Sin más........

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