El árbitro, esa figura imponente en el campo de fútbol, porta consigo la última palabra. Es la autoridad incuestionable; el encargado de marcar los límites, de regir las reglas. No obstante, lo que en teoría debería ser un símbolo de imparcialidad y respeto, con frecuencia se diluye en la práctica, llevándose consigo no solo la esencia del partido, sino también el respeto que todos los involucrados le deben.

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Mikel Arteta, Luis Enrique, Hans Flick o Simone Inzaghi. Los finalistas y el campeón serán guardiolistas.