Perder para ganar: lo que el fútbol enseña a nuestros hijos
Un sábado por la mañana, en una cancha de tierra con arcos de metal pintados a mano, un grupo de niños de ocho años salía cabizbajo tras perder 3-1. El delantero del equipo, que no pudo convertir un penal, se sentó solo en la banca con los ojos húmedos y la camiseta empapada de frustración. Su padre se acercó, le puso una mano en el hombro y le dijo: “Hoy dolió, pero mañana seguimos jugando”. Esa escena, simple pero poderosa, resume una verdad que a veces olvidamos: el fútbol infantil no se trata de ganar, sino de crecer.
En los torneos de menores la derrota suele sentirse con intensidad. Los niños y niñas se entregan con todo en cada pase, cada corrida, cada disparo. Y, cuando el resultado no acompaña, duele. Pero perder —aunque nos cueste aceptarlo— es parte esencial del aprendizaje. De hecho, no se puede formar un........
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