Durante décadas, el mundo se definió por la fluidez. Ideas, productos, servicios y personas se desplazaban con creciente rapidez. Las fronteras parecían esfumarse, tanto en el ámbito estatal como en el de las relaciones humanas. Tocábamos todo y nos tocábamos todos. En medio de esta orgía de circulación, persistían conflictos raciales y religiosos, así como groseras desigualdades y miseria. Pero el canon dominante parecía claro: avanzar, expandirse, producir, viajar.

Todo esto se paró en seco.

La pandemia del COVID-19 impuso un freno brutal a esa dinámica. La fluidez se convirtió en amenaza; la apertura, en........

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