¿Harías lo mismo por mí?
Los padres hacemos mucho por nuestros hijos. Muchísimo. Más de lo que podemos, más de lo que sabemos, más de lo que a veces deberíamos. Les damos amor, normas, abrazos, vacunas, consejos, ejemplos, talleres de mindfulness, clases de chino mandarín, meriendas orgánicas y cumpleaños temáticos que desafían la física cuántica del tiempo libre. Todo esto cuesta. En dinero, energía, sueño, discusiones con la pareja, cuestionamientos personales. Y ellos, muy ellos, piden más. Siempre más. Como si tuviéramos una central de abastecimiento universal en casa, abierta 24/7.
No se trata solo de lo que piden a gritos —¡Quiero el último celular! ¡Necesito zapatillas de carbono lunar!—. Está también aquello que la sociedad impone como........
© Perú21
