Extraño al fantasma que solía acompañarme. Solo me asustó la primera vez que lo vi. Era niño, dormía en el mismo cuarto con mis dos hermanos y una noche abrió la puerta sin tocar la manija. Se quedó parado mirándome bajo el umbral, dándome tiempo a que me acostumbrara a la situación. Era un hombre mayor, bajo, casi calvo, de rostro más melancólico que tenebroso, vistiendo saco sin corbata. Al rato levantó el rostro y se retiró. Entendí que me pedía que lo siga.

Al salir de la habitación no había nadie. Pero estaba abierta la puerta al final del pasadizo que daba a una pequeña terraza donde estaba la lavandería. Seguí el camino. Al llegar al recinto había un ataúd con una persona adentro. Esa persona era mi abuelo, que hasta donde yo sabía estaba enfermo, pero en su casa.

Creo que desperté. Supuestamente, había sido un sueño, aunque yo estaba seguro de lo que había visto. Lo conté con la certeza de estar en lo cierto, pero los adultos me miraron con preocupación. Para convencerme del mal sueño, me llevaron a ver a mi abuelo, algo que había estado evitando. Él estaba en cama, conectado a un inmenso balón verde de oxígeno. Se esforzaba por sonreír detrás de la........

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