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Estar aquí, sufrir allá

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14.04.2025

Es tan abusivo el paso del tiempo que la cancelación en las redes sociales ya es susceptible de nostalgia. Hace más de una década sucedió una de las destrucciones digitales aurorales. Le pasó a Justine Sacco, directiva de una agencia de comunicaciones. Ella tenía un largo viaje por delante, 11 horas de Londres hasta Ciudad del Cabo en Sudáfrica. Decidió matar el tiempo antes de abordar haciendo un post en su cuenta de Twitter, un post supuestamente irónico:

Viajando a África. Espero no contagiarme de SIDA. Solo bromeo. Soy blanca.

Esperó un rato mientras los pasajeros subían al avión. Ninguno de sus 170 seguidores de Twitter comentaron. La pesadilla se revelaría 11 horas después al aterrizar. Una vez que desconectó el modo avión una avalancha de mensajes sancionadores, hablamos de decenas de miles de reproches, empezó a congestionarle el dispositivo. Identificó el de una amiga: Estoy muy triste con lo que te está pasando. Sacco empezó a llorar. Lloró durante días, semanas, meses y años.

Su post se había convertido en una cruzada ideológica mientras viajaba con el celular apagado. Y ella en un punching bag del juicio moral, sentenciada........

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