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La importancia del desayuno

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1.- DURANTE MI ETAPA ESCOLAR:

- De 5:45 a 6:00 a.m., festival de carajeadas, puteadas, amenazas, gritos y alguna vez uno que otro correazo para despertar a este su humilde servidor y anunciar así el inicio de un nuevo día, una posibilidad más en el calendario para construirme en el saber y aspirar a una mejor vida que la que en ese momento habitaba. “Levántate, Carlos Enrique, que tienes que ir a estudiar; muchacho de mierda, todos los días tengo que hacer lo mismo”.

- De 6:00 a 6:30 a.m., encerrarme en el baño, sentarme en el water a seguir durmiendo, abrir la llave del agua fría, girar la llave mezcladora, activar la ducha Ovni, seguir durmiendo sentado en la rodela del inodoro y ver cómo se convertía el baño en un sauna a vapor. Meter la cabeza bajo el agua y terminar de despertarme o, mejor dicho, despertarme de un zamacón, gracias a la descarga eléctrica que por lo general recibía por operar la ducha con las manos mojadas y los cables húmedos. Mientras tanto, mi mamá seguía arengando con el objetivo de despabilarme. “Pobre de ti que no te estés bañando bien. Te vuelvo a meter a la ducha con ropa y todo”. Y sí, pues, tenía razón, yo no me bañaba completo, solo la mitad, medio menú, me quedaba en la primera parte, la cabecita nomás. Odiaba el agua. La sigo odiando hasta el día de hoy, solo que no se nota porque, si antes me gastaba todo el frasco de plástico de Heno de Pravia, desde que me fui de la casa de mi mamá lo he reemplazado por cualquier perfume que tenga a la mano de mi esposa de turno. En eso sí, hay algo que tienen en común todas: “PTM, Carlos, cuántas veces te tengo que decir que no uses mis perfumes para bañarte”. Todas, absolutamente todas, me han dicho exactamente lo mismo, las mismas palabras y con la misma entonación. Tienen razón en molestarse. A mí también me molesta que agarren el enchufe del cargador de mi celular (todas han hecho lo mismo) y no digo nada.

- De 6:30 a 7:00 a.m., sentarme en la mesa de la cocina y encontrarme con el tazón de avena con manzana, canela y clavo con leche Enci. Esperar a que mi vieja se distrajera y botar en el water tremendo engrudo y salir disparado al colegio. Mientras eso ocurría, mi mamá desde su cuarto gritaba: “Pobre de ti que no te lo........

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