Los muertos que vamos dejando
En Stalingrado (agosto 1942 - febrero 1943) Hitler perdió lo mejor de su ejército y empezó a perder la guerra. A partir de entonces todo sería derrota y retirada, no tendría ninguna victoria relevante. Fue de lo más sangriento, más de dos millones de muertos al final de la batalla. Sin embargo, durante los primeros meses, parecía que los alemanes se la llevaban fácil. La Unión Soviética no estaba preparada ni tenía armas: había un rifle para cada dos soldados. “Cuando muera el primero, recoges su rifle y sigues peleando”, era la orden. Así los mandaban a enfrentar ametralladoras y tanques. Entre los horrores de la guerra estaban los comisarios políticos. Tenían la triste misión de asesinar a los que retrocedían, como advertencia a los cobardes. Un día, Nikita Kruschev reunió a los comisarios políticos. “No estamos perdiendo cualquier ciudad, sino la que lleva el nombre de nuestro jefe, Iósif Stalin. ¿Qué hacemos? Matar a todos los generales que retrocedan, deportar a las familias de los desertores. Más de lo mismo, no funciona”.........
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