Apuntes sobre los concursos musicales
Nunca me gustaron los concursos. La idea de participar en uno no llamaba mi atención (nunca he sido competitiva). Podría aportar mil razones para apoyar la afirmación anterior; razones de peso, profundas. Además, la interpretación del arte es algo subjetivo; cualquier intento de categorizarlo no hace más que degradarlo a un plano meramente terrenal.
Sin embargo, he de confesar que la primera vez que me planteé este dilema de los concursos no tenía más que 9 años, y lo que no me gustó fue todo lo que tuve que estudiar, y la cantidad de veces que debí presentarme en público (en aquella época, dos audiciones sumado a dos vueltas del concurso era mucho para mí), cuando no me gustaba tocar.
Fuertes declaraciones, ¿no? Una pianista diciendo que no le gustaba tocar. Pues eso en el mundo de los conservatorios no es tan raro como puede parecer. No tiene que ver con que nos guste o no el instrumento; se trata de la tensión que supone ese momento. Meses de preparación para un instante en el que todo puede salir tan mal como bien, según el día; y para qué hablar de los nervios. El momento de tocar estaba rodeado de incertidumbre y sensaciones desagradables, así que era casi natural aborrecerlo. No fue hasta........
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