Félix Anesio: “La poesía es cruel”
El poeta debe su mayor realización a sus libros publicados. Su madre quería bautizarlo como San Félix, papa, y San Anesio, pero su abuelo se negó. Estaba en el registro civil de un pueblo polvoriento y lejano llamado Caimanera y, de manera tajante y definitiva, soltó aquel día de su nacimiento, en 1950: “Póngale Hermes”.
“Mi abuelo era ateo”, dice Hermes Díaz, que es en verdad el poeta Félix Anesio, porque desde entonces conviven los dos en un mismo cuerpo.
Hermes estudió piano en Guantánamo con los hermanos Antonio y José María Serret; Félix leía frenéticamente en todas las bibliotecas a las que tenía acceso.
“Yo dedicaba vacaciones completas en la secundaria básica a leer y estudiar matemáticas, porque imaginaba que iba a ser ingeniero o algo de eso. Los dos hemisferios estaban bien conectados, el del arte y el de la ciencia”, apunta.
Con los años, Hermes se hizo ingeniero, tras estudiar la carrera en Santiago de Cuba. Hoy puede presumir de algunas de sus obras:
“Tengo dos grandes presas, canales magistrales, fábricas de beneficio de café, obras de drenaje. Fueron 25 años. Fui profesor de cursos de posgrado para ingenieros y arquitectos. Nadie sabía el proceso inversionista de Cuba conforme a la ley como yo. Mi primer libro fue un libro de cuentos. Se llama Crónicas aldeanas, donde está mi primer cuento: ‘Memorias de un lector’. Narro mi vida entera: lo que había leído —Martí; de la cosa norteamericana, la europea… Dostoyevski—. Y al final desemboco en la catarsis cuando llegó Borges —apunta Félix, y añade—: “La precisión del lenguaje poético es como el cálculo de ingeniería, como el lenguaje científico. La poesía es cruel”.
Félix viene de “felicidad”, y la felicidad, de alguna manera, se encuentra para este hombre en aquel Guantánamo donde nació; su aldea, a lo Boti. El lugar de los extremos. El que hizo de él lo que es ahora, ya con veinticinco largos y contundentes años en el exilio, en Miami, donde le ha tocado reciclarse y realizarse.
¿Cómo llegaste a la poesía?
Llego a la poesía, en primer lugar, leyendo. Yo tuve una vecina que era profesora normalista. Estudié en el colegio de La Salle, pero mi vecina, que era además la comadrona que me trajo al mundo, tenía una biblioteca en su casa. En mi casa no había libros. Mi padre era un hombre de negocios........
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