Cartas a una madre después de leer unas letras de la mía
Una carta escrita por mi madre el 12 de octubre de 1998 apareció sobre el piso del lugar donde vivo en Buenos Aires la noche del pasado 13 de enero. Serían poco más de las nueve cuando mi esposa, que movía libros de un lugar a otro, la encontró a orillas de nuestra mesa de cuatro sillas.
Leyó con sorpresa y curiosidad las pocas oraciones que forman la breve comunicación. Su caligrafía era clara y los trazos elegantes, escritos en tinta roja. Abre con la fecha, y termina diciendo: “No te escribo más, pues mañana nos veremos”.
Mi esposa, sorprendida con el hallazgo, se acercó a donde me encontraba para saber un poco más sobre el contexto y me preguntó cómo la misiva había llegado hasta allí. Me pasó la hoja y volví a enfrentarme a un papel conservado, doblado en cuatro perfectos cuadraditos.
Fue así que estuve de regreso en el lugar donde por vez primera la había leído. Yo era un soldado del batallón de la frontera y llevaba 13 meses al borde de Caimanera, Guantánamo. Pasaba el Servicio Militar Obligatorio (SMO).
No había echado mano a mi asma crónica para librarme de la experiencia y, por mucho que me aterró la idea en los........
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