Ojo al visor: Maritza Soler Medina
Matancera de 1964, con una licenciatura en Economía a cuestas, Maritza ha descubierto, en plena adultez, que nada la mueve más que hacer fotografías. De eso saben los paisajes incitantes y la gente pintoresca de su provincia natal, que la han visto cámara al cuello hurgando en los entresijos de los días.
Para ella todo es naturaleza metabolizada: los campos, las flores, los rostros que se velan por la excesiva luz, las edificaciones con sus claroscuros, los seres que, desafiando la lógica más elemental, están en “escenario impropio”, como el trompetista cubano que se la busca en el Retiro madrileño.
De un tiempo a esta parte, la fotógrafa vive en España. Allí intenta aprehender el nuevo contexto y, sobre todo, encontrar las claves para no malbaratar los recuerdos. A donde fueres, fotografía lo que vieres: esa parece ser su máxima. Y a fe que va cumpliéndola con solvencia artística y un buen gusto que no se enseña en academias.
Ella nos cuenta:
Sin intención artística, comencé a atrapar imágenes con un móvil. Aprovechando los viajes de trabajo, motivada por el universo personal creado en mi infancia en la campiña cubana, me embelesaba mirando el cielo, las nubes que el viento arrastraba, la luz penetrando entre las ramas de los árboles, el vuelo de las aves al atardecer… El ojo fotográfico, pienso, surgió de esas experiencias; también de la sabiduría de mis abuelos, entrenando la mirada en la observación de sus hábitos y los fenómenos del campo. Sin más entretenimiento que libros y cine esporádico, viajé el mundo mucho antes.
La fotografía es el motor impulsor que hace que me levante todos los días con ilusión y esperanza. Ha sido el medio para expresar las emociones que me produce lo cotidiano y también la búsqueda de la belleza desde una estética amparada por la visión de instantes donde encuentro la imagen, en la indagación de historias que aparecen en........© OnCuba
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