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Julio Mitjans: “Atisbar el sentido de todo lo que no se dice”

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01.03.2025

Julio Mitjans Cabrera nació en Santa Clara, en 1965. En esa ciudad fundó, junto con otros colegas, la editorial Sed de Belleza, que este año arriba a su 31 aniversario. Es graduado de Psicología por la Universidad de La Habana. Desde hace 25 años se desempeña como Metodólogo Inspector de Literatura en el Consejo Nacional de Casas de Cultura, institución para la cual ha creado la revista A las Raíces (2006) y el sello editorial Manos (2024). En estos momentos completa la Maestría en Estudios Interdisciplinarios en la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana.

Ha publicado los siguientes volúmenes de poesía: Venía diciendo una fábula (Editorial Sed de Belleza, 1994); Dime si te sobrepones (Letras Cubanas, 2018. Premio Dador de poesía del Instituto Cubano del Libro en el año 2000); Alejándose del resto (Premio Calendario, 2001). Su conjunto de poemas Torcíamos tabaco obtuvo el Premio de la Gaceta de Cuba en 2010.

He aquí nuestro intercambio.

¿Cómo fue tu encuentro con la poesía? ¿A qué edad ocurrió? ¿Hubo algún conocido, familiar o maestro que contribuyera en tu orientación vocacional hacia la creación poética?

Puedo decir a estas alturas de la vida que mi encuentro con la poesía no tiene fecha de partida, porque yo debería ser músico y no poeta; pero aquel niño intranquilo encontró en los libros consuelo a las reprimendas y castigos que le sobrevenían. Sí, me castigaban y me dejaban entre los libros de mi abuelo Guido, y allí aprendí a leer solo. Leía poesía, mucha poesía; ya después, Emilio Salgari, Los Miserables, Leyendas cubanas.

Otros encuentros fueron importantísimos: mis maestras en la primaria Lidia Valle Rojas, en especial la de primer grado. Por ella supe que podía ser amado fuera de mi familia. Se llamaba Pilar Banguela Noriega, y nos enseñó a caminar por lo desconocido. Nos decía: “Ya dijiste lo que sabes, ahora explica lo que no sabes”. Y en el Preuniversitario fui alumno de Mercedes Sallent, que siempre supo que sería poeta.

Pero fue la lectura del “El cuervo”, el poema de Poe, al parecer en una buena traducción, lo que me convenció de que en las palabras hay mucha música. Tendría por entonces 13 años. No más.

¿Dónde y cuándo diste tus primeros pasos como escritor?

Yo quería escribir desde siempre, pero mis primeros pasos en los Talleres Literarios no los di en Santa Clara. Comencé en el taller que tenían Chely Lima y Alberto Serret en el Centro de Arte de Boyeros, en el año 1983. Ahí conocí a María Elena Hernández, Roberto Zurbano e Ismael González Castañer, y nos hicimos amigos. Hoy podemos decir que somos familia. También llegaron al taller Damaris Calderón, Sigfredo Ariel… Por esa época conocimos María Elena Hernández, Zurbano y yo a Walterio Carbonell. Walterio me cambió la visión de la literatura, y me clarificó el sentido de varios conflictos que yo viviría por siempre.

¿Qué lecturas han sido fundamentales en tu proceso de formación? ¿Algunas de esas continúan en tu preferencia?

Hay lecturas que nunca he abandonado. Las jarchas, me fascina ese pasado del idioma nuestro, ese proto español; Quevedo, Lópe de Vega, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Cernuda, Lorca, Emilio Prados, Seferis, Kavafis, Elliot, Pavese, Montale, Ungaretti, Guillén el antillano, Aimeé Cesaire, Glissant, Marcel Proust, Derek Walcott, Ezra Pound, Eliseo Diego, Lezama, Sor Juana, Huidobro, Vallejo, Dino Campana, Toni Morrison, Gastón Baquero… Uno es el resultado de múltiples interacciones.

¿Posees una definición propia de poesía? Caso que no, ¿hay alguna definición de otro autor con la que te identifiques?

Hay múltiples formas de definir la........

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