La testostecracia
En los años de corruptela y pelotazo, beautiful people, noche-ochentera y ostentación, el socialismo ya era trinque, polvo blanco, y lencería fina. En los días en que se entrelazaban investigaciones judiciales y periodísticas, cuando empezaba a congelársele la sonrisa a toda una generación de cargos públicos todopoderosos y a sus arbolitos de Navidad circundantes, lo común a todos los implicados desesperados era el argumento cojonil. Cuatro décadas después, las cosas están en el mismo lugar. Los empresarios corruptos satélites del PSOE no quieren comerse el marrón en solitario, y los cargos políticos menos. ¡Qué lejos quedan los días de camaradería, selfies, reparto de sobres y champán caro en exuberante compañía! Como sea, ante la falta de razones, tan solo exhiben el recurso a la testosterona, es decir, a la chulería de cintura para abajo. Quizá por eso en las corruptelas socialistas al final nunca hay espacio para el wokismo. Lo único que cuenta, en la estrategia de salvar el culo, es la medición desafiante del diámetro testicular.
Año 1992. Cacho y García Abadillo proclaman "el fin de una era" tras destapar el Caso........
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