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Veinticinco pesos

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Recuérdame

Hace algunos años leí en las últimas páginas de un libro una pequeña historia sobre la experiencia del duelo y el dolor de una pérdida. Todo sucedía en un pequeño pueblo judío de Polonia donde la gente se preparaba para Yom Kipur, el día del perdón, que como ya se sabe prescribe ayuno y oración.

Estaba oscureciendo cuando un hombre entró al templo llamando  desesperadamente al rabino pues temía que Dios castigara al pueblo entero por lo que acababa de ver. Guedalia, el leñador gigante que vivía a las afueras, se hallaba frente a una mesa llena de comida y bebida tan grande que le llevaría más de veinticuatro horas terminarlo todo.

El hombre y el resto de los presentes en el templo pidieron al rabino ir a hablar con el salvaje que estaba por provocar la ira de Dios con su ofensa. Mientras, ellos se quedarían a rogar a Dios que no los destruyese por los pecados del gigante. El rabino, en efecto, se dirigió al bosque y se halló al enorme Guedalia atracándose de comida.

Sus intentos por persuadirlo fallaron. Guedalia solo pronunció una frase, dijo que debía comer todo lo que había sobre la mesa y luego volver........

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