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Brian Wilson y el triunfo de la invención

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Ningún epíteto es tan gratuitamente aplicado como el de “genio”. En la formulación filosófica de Kant, el genio es quien, además de crear obras artísticas, a través de su creación otorga una nueva senda al arte. Más que acatar la tradición precedente y sus normas, como haría cualquier talento mediano, al acometer empresas singulares y titánicas, el genio la transforma.

Ningún ámbito es tan proclive a la categorización de un artista como genial que el rock. Sin embargo, en el curso de la historia del género, entre los pocos que ameritan el calificativo se encuentra Brian Wilson (1942-2025). La dimensión única de su aportación se cristaliza en tres grandes campos. Primero, en la conjunción de ritmos bailables con técnicas vocales. A partir de la estructura clásica del R&B –con el que se familiarizó en su niñez, cuando él y sus hemanos escuchaban la radio nocturna–, y posteriormente del emergente rock ’n’ roll –en particular, del de Chuck Berry, que era ya una mezcla de country con rock– y del surf –al que The Beach Boys añadieron letras, pues hasta entonces era mayoritariamente instrumental–, aprendió a componer melodías más complejas por su afición a los conjuntos de doo-wop, en específico de The Four Freshmen, cuarteto que además de enseñarle a cantar, le descubrió que detrás de un gran tema hay una compleja armonía. Un gran ejemplo de este destilación son “Surfer girl” y “I get around”, donde el ritmo febril se combina con coros de estilo doo-wop.

Dominados los rudimentos de la canción popular –aprendizaje del que hay buena muestra en los primeros álbumes de The Beach Boys–, procedió a interesarse en los arreglos musicales. Aunque la manera de integrar y graduar los distintos timbres de los integrantes del quinteto indican ya su talento, Wilson, quien no tuvo una educación musical formal, en su afán por expandir su horizonte estético incursionó en territorios desconocidos. En su autobiografía I’m Brian Wilson (2016) relata que en su niñez se sintió atraído a las sonoridades novedosas y que, al descubrir que los instrumentos también podían inventarse, se interesó en el teremines, uno de cuyos ejemplares poseía su tío Edward Milton Love, padre de Mike Love, uno de los integrantes de The Beach Boys. Esa curiosidad se advierte no únicamente en las obras canónicas del grupo, Pet Sounds (1966) y el esbozo Smiley Smile (1967),  sino en piezas más insospechadas, por tempranas, como “In my room” o en “Don’t talk (put your head on my shoulder)”.

En tercer término, la incursión en distintos géneros y la gradual familiaridad del compositor con la música clásica, el jazz, el folk y el country le permitieron apreciar otras gamas sonoras. Por ello, comenzó a perseguir soluciones ajenas al rock a través, en principio, de los arreglos orquestales –una solución predecible a la que habían llegado grupos como The Beatles, The Rolling Stones y The Moody Blues–; y posteriormente de las técnicas de grabación que le aportaban efectos y tonalidades imposibles de........

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