Misericordia con crueldad
El llamado “tarimazo” ocurrido en Medellín el pasado 21 de junio reveló una peligrosa distorsión del concepto de justicia. Ese día, nueve cabecillas de bandas criminales -varios condenados por homicidio, extorsión y concierto para delinquir- fueron trasladados desde prisión para subir a una tarima pública junto al presidente de la República, en plena plaza de La Alpujarra. El mensaje fue tan claro como inquietante: quien comete delitos atroces puede ser recompensado con visibilidad, protagonismo y promesas de redención, sin que medien verdad, condena cumplida o reparación alguna.
Al día siguiente, en el Consejo de Ministros, el presidente reafirmó esa narrativa: “no eran delincuentes”, dijo, sino “personas en rehabilitación”. Además, sostuvo que quienes aporten a la “paz urbana” podrían acceder a beneficios jurídicos,........
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