Obedecer a ciegas deja ciego
Claveles en la puerta de la licorería. Kirk apenas los ha acariciado. Todos están allí, a esta hora impasible de la noche, como posando para un disco de Diego Vasallo. Cuánto más serio es el nombre de la tempestad, más suave es su rugido. Imposible olvidar que España se desquebrajó por una tal Filomena que nos tomábamos a broma. La ciudad lleva desierta desde anoche. Los bares con las terrazas levantadas. Los paseantes de perros, el atrevimiento o la necesidad, son los únicos que parecen estar jugándose la vida. Desde la pandemia somos tenebrosamente dóciles al miedo.
Los más medrosos avisaban a otros “ya llega, ya llega”. Y entonces eran dos los rostros de cartón con la nariz pegada al cristal, examinando la magnitud de la catástrofe
Desde media tarde solo algunos abuelos surcaban las calles. Hay generaciones que aún son inasequibles a las amenazas oficiales de las generaciones que crecieron en burbujas,........
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