La palabra andante
Se le ve caminando un poco ido, como si ya estuviera donde quisiera llegar o como si todavía no hubiera pisado un pie afuera de la casa. A veces en un café, con una novela o un poemario sobre la mesa, mucho más preocupado por una mala trama o por una infortunada imagen poética que por la queja ajena de una señora encopetada.
Hay días en que se puede conversar con él, cuando uno ve que sale de su trance. En esos momentos dice varias cosas: “Prefiero no leer mucho a los de antes para no sentir que lo que hago lo hizo alguien más”, dice. “Este es un oficio muy difícil, muy poco valorado, pero hay que seguir”, dice. “Yo hubiera querido ser un gran lector desde pequeño, pero la verdad es que no fue así.........
© La Patria
