Roberto Casanova: El 25M en tres tiempos
UN ESLABÓN MÁS. Resulta casi innecesario reiterar que el régimen busca perpetuarse en el poder, dispuesto a asumir cualquier costo en términos de desprestigio político y destrucción institucional, como evidenció el 28J. En este contexto, las elecciones del 25M no serían más que otro eslabón en la sólida cadena con la que mantiene sometida a la mayoría de la sociedad: un conjunto de mecanismos diseñados para imponer su dominio, no para reflejar la voluntad ciudadana. Así, el Poder Electoral se ha convertido en una pieza clave del engranaje autocrático, decidida a evitar que se repita un episodio como el del 28J. En aquella ocasión, el régimen cometió errores, el más grave: subestimar a la oposición. Desde entonces, su estrategia ha girado en torno al acoso y encarcelamiento de sus líderes, con el propósito de desmantelar su capacidad organizativa y neutralizar cualquier intento de desafío electoral. Paralelamente, continuó aplicando su vieja táctica de fragmentar a sus adversarios. Mientras fomentaba la abstención a través de constantes abusos de poder, permitió cierto margen de maniobra a algunos dirigentes opositores que decidieron postularse como diputados o gobernadores, aunque no a todos, estableciendo una línea de exclusión bajo su absoluto control del proceso.
LA URGENCIA DE NO DESAPARECER POLÍTICAMENTE. Diversos actores políticos han buscado preservar un espacio de acción autónomo sin reconocer de facto el liderazgo de María Corina, una postura que responde tanto a convicciones ideológicas como a intereses pragmáticos. Independientemente de la motivación, han asumido su limitada influencia y han optado por actuar como una minoría política con mayor independencia. Es evidente la tensión, casi una ruptura, entre un liderazgo que se resiste a ser desplazado y otro que hoy cuenta con el respaldo mayoritario de los venezolanos, una realidad que no puede disimularse con discursos de unidad. Aunque esta minoría no es ingenua respecto al régimen, mantiene la convicción de que siempre habrá margen para actuar dentro del sistema y fomentar su transformación. Sin embargo, al asumir que su estrategia no puede ser frontal, se distancia de una mayoría que, según su interpretación, exige soluciones simples y de origen externo. En la coyuntura actual, esa minoría política optó por participar en las elecciones del 25M en busca de un mínimo de poder, sin importar las circunstancias. Lo hizo, en parte, por considerar que la abstención equivalía a la inacción, a “quedarse en casa”, a la rendición. Pero también lo hizo para evitar su desaparición de la escena pública y diluirse en la irrelevancia. Se volcó entonces a desempeñar el rol tradicional de un partido en tiempos electorales, pero en el marco de un régimen autocrático, con líderes de escasa credibilidad y un discurso vacío, el resultado fue una campaña sin trascendencia alguna.
EL DESAFÍO DE LIDERAR A LA MAYORÍA. La mayoría de los venezolanos anhela el cambio político y millones están dispuestos a movilizarse si son convocados por un liderazgo con credibilidad, como lo demostró el 28J. La victoria se alcanzó, pero el régimen, expuesto como una minoría dominante, se atrincheró recurriendo a la fuerza bruta. Mediante represión, cárcel, asesinatos y exilio, desmanteló la capacidad de la oposición liderada por María Corina para presentarse nuevamente en un evento electoral, no solo para expresarse sino para demostrar, con cifras en la mano, su decisión soberana. No se trataba simplemente de que las elecciones del 25M fueran manipuladas, pues eso se daba por descontado. La clave estaba en........
© La Patilla
