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León Sarcos: Para comprender a China

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10.02.2025

Hay tres maneras de adquirir sabiduría: por la reflexión, que es la más noble; por la imitación, que es la más sencilla; y por la experiencia, que es la más amarga. Confucio (551-479 a.C)

Las esencias según la tradición china, y sus aplicaciones, conforme a la occidental. Chang Chi-Tung (1837-1909)

China tiene de peculiar el haberse desarrollado dentro de sí misma. Friedrich Hegel (1770-1831)

La excepcionalidad estadounidense es propagandística. Mantiene que este país tiene la obligación de difundir sus valores por todo el mundo. La excepcionalidad china es cultural. China no hace proselitismo; no reivindica que sus instituciones tengan validez fuera de ella. Esta es una de las razones que los hace singulares, únicos, y a la vez simples y muy complejos, para nosotros occidentales, explica Henry Kissinger en su libro Sobre China.

La lectura de las obras de Henry Kissinger –además de dejar traslucir el sobrio estilo de su pluma y sus dotes de gran estratega de la diplomacia del siglo XX– han pasado a convertirse en ensayos magistrales para todos los interesados en las ciencias políticas y en las relaciones internacionales. Sugieren, además, una serena y cálida condición humana, no muy común en los fríos entornos de la diplomacia en el mundo. Por lo menos, así lo percibí en sus memorias y en muchos de los ensayos que leí en mis años apasionados, al fragor de las luchas estudiantiles, donde solemos ser demasiado fieles a nuestras convicciones generalmente muy radicales en los juicios sobre la realpolitik.

El Emperador Amarillo

Un hombre que tiene un alma hermosa tiene cosas hermosas que decir, pero un hombre que dice cosas hermosas no necesariamente tiene un alma hermosa. Confucio

En la historia, China aparece más como un fenómeno natural o un misterio religioso que como la formación de un Estado nación convencional. El dios metafísico que se revela en las sagradas escrituras en el Occidente cristiano como el Creador… En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre las aguas…

Para los chinos, es de manera diferente, Dios adquiere forma humana como intermediario entre el cielo y la tierra en la figura del Emperador Amarillo. Cuando este último aparece, se tiene la sensación de que China ya existía y se encontraba sumida en el caos. El cuento es de otra naturaleza, mucho más creíble y terrenal. Vino como un nuevo héroe a poner orden, para lo cual reclutó un ejército que sometió a distintos príncipes que pugnaban entre sí, pacificó el reino y fue aclamado como Emperador.

No existe otro país que pueda reivindicar una civilización tan continuada en el tiempo, ni un vínculo tan estrecho con su antiguo pasado y con los principios clásicos de la estrategia y la habilidad política.

Esa es una de las tantas razones –de la que derivan muchas otras–, por las que pienso que la obra de este pensador occidental resulta vital para comprender cómo se logró la progresiva incorporación del gigante asiático al comercio mundial, a las relaciones exteriores, y definitivamente al mercado y a la competencia científica y tecnológica.

La visión y la experiencia que sobre China acumuló esta importante figura de la política exterior estadounidense, ayudó a tejer lazos permanentes con aquel país. Su laboriosa y compleja tarea le condujo, con un equipo de especialistas, a llevar a buen término la delicada tarea de activar y hacer prósperas, las relaciones entre China y los Estados Unidos y la apertura de aquella al resto del mundo.

Las singularidades chinas

Presta tanta atención a tu interior como la prestas a tu imagen. Confucio

Según Kissinger, el Emperador Amarillo ha pasado a la historia como héroe fundador, aunque el mito fundacional no crea, sino que restablece un imperio. Y esta paradoja se reproduce con Confucio: a él se le considera fundador de una ‘‘cultura’’ aunque él insista en que no inventó nada, únicamente que pretendía dar un nuevo ímpetu a los principios de armonía que ya existían en la época dorada y se habían perdido en la suya.

La china es una cultura muy antigua, pero sostenida y continuada. Los chinos de hoy están preparados para comprender inscripciones hechas en la época de Confucio; los libros, las conversaciones cotidianas, poseen una gran riqueza de aforismos que cuentan con siglos de antigüedad en los que se cuentan viejas batallas e intrigas cortesanas.

La historia de China se distingue también por presentar diversos periodos de guerra civil e interregnos de caos. A cada desmoronamiento, el Estado se reconstituía como siguiendo una ley natural. La novela épica del siglo XIV, Romance de los Tres Reinos –muy del gusto literario chino y de Mao en su juventud– evoca ese ritmo continuo: El imperio largo tiempo dividido, tiene que unirse; largo tiempo unido tiene que dividirse. Así ha sucedido siempre.

A lo largo de milenios de su civilización, China no tuvo que tratar con otros países o civilizaciones que pudieran comparársele en magnitud o complejidad. Las reivindicaciones territoriales del imperio tenían sus límites en las orillas de sus costas. A pesar de que durante la dinastía Song (960-1279) China estaba a la cabeza del mundo en tecnología náutica y sus flotas pudieron haber llevado al imperio a una era de conquista y exploración, sin embargo, China no se hizo de ninguna colonia y mostró poco interés en los países de ultramar.

No sucedió igual durante los años de la dinastía Ming, entre 1405 y 1433, cuando llevó adelante una de las empresas navales más notables y misteriosas, a cargo del almirante Zheng He, quien capitaneaba la armada china, emprendió viaje hacia Java, la India, el Cuerno de África y el estrecho de Ormuz. Flota compuesta por buques del tesoro, tecnológicamente muy superiores-en tamaño, en perfección y en número–, a la de la Armada española que surcaría los mares 150 años después.

De acuerdo con Kissinger, los historiadores continúan debatiendo sobre los fines de esta incursión marítima tan costosa y a todas luces puramente simbólica. Zhen He se limitó a difundir la grandeza de China y a entregar invitaciones para el solemne ritual: el Kowtow. No reivindicaba colonias ni recursos para China que no fuera el tesoro metafísico de la ampliación de los límites del Todo bajo el Cielo. Como mucho, puede decirse que abrió el camino para los mercaderes chinos, mediante una práctica del poder blando.

Un........

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