La otra cara: “El derrocamiento de Árbenz: Un golpe desde las sombras” Por José Luis Farías
En mis años mozos, cuando aún no sabía si la Historia era una pasión o simplemente una asignatura más en mi vida, cursaba Historia Contemporánea de América en nuestro venerado Instituto Pedagógico de Caracas, un lugar que ya de por sí era una paradoja, entre lo solemne y lo desvencijado. Allí, en la vieja biblioteca “Felpe Guevara Rojas”, me tropecé con un libro que, sin proponérselo, no solo era Historia, sino también algo mucho más extraño: un atisbo de futuro. “El Imperio del Banano: Las Compañías Bananeras contra la Soberanía de las Naciones del Caribe”, de Charles Kepner y Jay Henry Sothill. No era un libro de predicciones, pero a mí me pareció que hablaba más del futuro que de la propia historia que narraba.
Leí sus páginas con la sensación de estar ante algo más que un relato sobre las compañías bananeras y su dominio sobre las naciones caribeñas; leía, sin saberlo, un libro de Futurología, uno que predecía, con una exactitud perturbadora, lo que sería la historia de América Central, una región atrapada entre las grandes corporaciones y su lucha por mantener una mínima soberanía. El hecho de que ese libro estuviera allí, en una biblioteca que parecía a veces un museo de libros olvidados, me pareció una casualidad curiosa, como si el destino, o el azar, me hubiera empujado a leerlo en el momento justo, justo antes de que todo aquello que relataba, con su inconfundible aire de inevitabilidad, comenzara a hacerse realidad.
Aunque fue publicada por vez primera en 1949, “El Imperio del Banano …”, nos llega hoy como un texto clave para entender mucho más que la historia de las corporaciones extranjeras que transformaron al Caribe en una suerte de “república bananera”. De hecho, este monumental esfuerzo de investigación, publicado cinco años antes del derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz, se revela como una pieza esencial para comprender el contexto global del lamentable suceso que acabó con el experimentado intento democrático de la República de Guatemala.
Lo curioso, y al mismo tiempo inquietante, es que la obra de Kepner y Sothill, en su detallada descripción de cómo las grandes compañías bananeras de Estados Unidos manipularon las economías, las políticas y las sociedades de Centroamérica, parece escribir, de alguna manera, los primeros capítulos de la tragedia que se avecinaba para Arbenz y su gobierno. No es que los autores fueran profetas, ni mucho menos, pero al describir la estructura de poder y los mecanismos de intervención de las empresas estadounidenses en la región, nos dejan ver con claridad los hilos invisibles que iban a tensarse, y que, en última instancia, llevarían al derrocamiento de un régimen democrático.
Cinco años antes de que el destino de Guatemala se sellara con el golpe de Estado de 1954, que abrió más de tres décadas de violencia continúa, el análisis de Kepner y Sothill ya revelaba la influencia, por entonces omnipresente, de la United Fruit Company y otras corporaciones que no solo controlaban la producción de banano, sino también las decisiones políticas más cruciales en el Caribe y América Central. De manera casi predestinada, el análisis de estos dos autores, lejos de ser un simple estudio de las “repúblicas bananeras”, se convierte en una lectura imprescindible para entender cómo la intervención de una potencia extranjera, en nombre de los intereses empresariales, fue capaz de derribar un gobierno legítimamente elegido y arruinar un experimento democrático que, por un breve momento, parecía ofrecer una esperanza para la región.
El texto de Kepner y Sothill, entonces, no solo ilumina los orígenes de un conflicto puntual, sino que traza las líneas de una constante histórica que no parece tener fin: la constante lucha entre las aspiraciones soberanas de los pueblos latinoamericanos y los intereses económicos globales que, de una forma u otra, han decidido que esos pueblos no sean dueños de su propio destino. En ese sentido, el “imperio del banano” ya no es solo una metáfora de un tipo de colonialismo económico, sino un símbolo recurrente de las luchas, muchas veces perdidas, de naciones que han intentado, sin suerte, hacerse escuchar en el concierto de las grandes potencias.
Si algo está claro en la historia de América Latina, es que, para los países que intentan salir del yugo de la pobreza, la opresión y el atraso, el camino hacia la reforma está lleno de baches, trampas y traiciones. El derrocamiento de Jacobo Árbenz en 1954 en Guatemala, orquestado por la CIA, no solo es uno de los episodios más oscuros de la historia de la región, sino también un relato de cómo la ambición económica, la paranoia ideológica y el juego de poder en el tablero internacional pueden destruir, en un abrir y cerrar de ojos, lo que parecía un futuro prometedor para un país. A través de una compleja mezcla de factores internos y externos, Árbenz cayó víctima de una intervención extranjera que no solo acabó con su gobierno, sino que dejó al país en un espiral de represión y violencia que duraría décadas. La historia de su caída no es solo un relato de un golpe de Estado; es un espejo de las tensiones globales de la Guerra Fría, de los intereses de las corporaciones transnacionales y de las ambiciones de poder en un país que, por intentar cambiar su destino, sufrió el peso de una historia escrita desde fuera.
La Guerra Fría y la Paranoia Global
La historia, pensaba yo entonces, inmerso como estaba en el fervor de un marxismo juvenil que parecía iluminarme como un faro, era un drama con muchos actos, como esos que uno sigue desde la butaca, desbordado por la emoción, sin saber cómo ni cuándo terminarán, pero con la certeza de que, al final, algo habrá que se........
© La Patilla
