Humberto García Larralde: Cuando el chavismo gana la presidencia de Estados Unidos
Un titular tremendista, antipático para quienes ven en Trump la némesis de Maduro. Identificarlo con el chavismo introduciría un elemento de confusión que no ayuda a nuestra lucha por la democracia. Porque esta lucha es concebida por no pocos venezolanos, formando parte de una contienda global que enfrenta a países con gobiernos democráticos, que manifiestan su apoyo a la defensa de los derechos humanos –los buenos que nos apoyan–, con países dominados por autocracias, dictaduras corruptas, negadoras de estos derechos –Rusia, Cuba, Nicaragua, China, Irán–, cómplices del régimen criminal de Maduro. En el medio, numerosísimos países que no están alineados claramente en ninguno de los lados de este mundo binario no merecen ser mencionados. Ensimismados en este imaginario bidimensional, son sordos a los profundos retumbos de movimientos telúricos que, de un tiempo para acá, vienen volcando los cimientos de su simplista visión. Los estragos causados por esta irrupción los hemos identificado con el concepto de populismo.
Pero populismo es un concepto muy amplio. Abarca experiencias diferentes que discurren, además, ante circunstancias históricas y culturales también disímiles. Responden, por tanto, a motivaciones que no tienen por qué ser iguales. Es decir, las acciones de Trump en absoluto tienen por qué inspirarse en un ideario compartido con el chavismo. Pero es innegable un elemento común, central, que los hermana: su intención manifiesta por destruir la institucionalidad de la democracia liberal.
Este paralelo encuentra expresión en dos momentos definitorios: 1) la campaña política con que se alimenta una fuerza populista; y 2) las acciones ejecutadas ya en el poder.
La prédica populista proyecta una sociedad polarizada que exalta las virtudes de un pueblo marginado pero noble, enfrentado a élites privilegiadas que, prevalidas de una institucionalidad nominalmente democrática, lo han sometido para apoderarse, de manera excluyente, de los comandos del Estado. Un discurso de descalificaciones y odios construido con base en mentiras o “verdades alternas” (la........
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