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Mi egregia visión del Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa “El Maestro de América”, por Enrique Prieto Silva

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16.01.2025

A pesar de su aversión a los militares, fui tolerado por Luis Beltrán, quien, en alguna oportunidad para halagarme y quitarme el estigma, me dijo: ¡Verdad que tú también eres maestro! Mi pariente en cuarto grado de consanguinidad, el Maestro de América Luis Beltrán Prieto Figueroa, fue mordaz contra el militarismo, enceguecido por la traición que tuvo como político perteneciente al partido Acción Democrática en 1948, cuando el gobierno donde él participaba, fue derrocado por el movimiento militar dirigido entre otros, por quien se transformaría en el penúltimo dictador del siglo XX, el para entonces teniente coronel Marcos Pérez Jiménez.

Hoy, cuando sus restos reciben el honor del Panteón Nacional, quiero con la sensible humildad y orgullo parental, dedicar unas líneas inmemoriales para resaltar actos y hechos de nuestra relación ligada en lo familiar y en lo social, que nos llevaron a resaltar el ya mencionado orgullo. Inicio esta remembranza resaltando la falacia que se ha querido entronizar como un falso ideal del Maestro Prieto, con cuya personalidad socialdemócrata, se quiere transformar en símbolo del falso socialismo movido por la ignorancia socio política que tratan de impulsar como una verdad “revolucionaria” de la parodia bautizada como “bolivariana”, siguiendo la “infantil idea” de un teniente coronel que no entra en la camisa del dictador Pérez Jiménez; lamentablemente impulsada en lo ideológico por personajes que han dado tumbos en partidos del “febril comunismo” aún latente.

Luis Beltrán era antimilitarista, en el entendido que aborrecía lo militar. Algo comprensible, por cuanto de la asonada del 45, que fue una asonada militar, estuvo entre los llamados a compartir gobierno como miembro de AD, pero luego, en 1948, fueron traicionados por los mismos jefes militares que gobernaron con ellos.

En mi condición de militar, viví en carne propia su reacción antimilitarista, aunque nunca tuvo palabras enfadosas contra mí. Solo recuerdo el caso de una señora comerciante que, tal vez por ganarse la bondad del Maestro le refirió que conocía a un sobrino suyo que era capitán, a lo que presuntamente él respondió que no tenía familia militar. Por esos días, a pesar mi apoliticismo manifiesto, por el apellido y el parentesco, ya se me nombraba como miembro de la Casa Militar.

Luis Beltrán Prieto Figueroa era candidato presidencial. Por supuesto, no era yo y nunca lo fui, un adulador en procura de “méritos” y respeté la total apoliticidad que era restricción legal en las FAN. En esa oportunidad, Luis Beltrán se había separado de AD cuando no recibió el apoyo para ser el candidato lógico del Partido, creando el Movimiento Electoral del Pueblo que lo lanzó de candidato con gran opción que perdió, cuando atacado como tal no quiso declarar que no era comunista, como lo tildaba Rómulo Betancourt. Entonces ser comunista era ser anti patria.

Guardo el mejor de los recuerdos de mi relación como militar con el Maestro. Especialmente, cuando en cierta forma ayudé a su internado en el Hospital Militar, en una de sus crisis de salud. También recuerdo con cariño y orgullo su discurso en el Hotel Caracas Hilton en 1983, cuando fui galardonado con una placa homenaje a mi condición de maestro-general, otorgada por “El Comité Directivo Nacional de la Federación Unitaria del Magisterio de Venezuela”

Una anécdota pintoresca de nuestra relación maestro-militar ocurrió un día en 1989 o 90 que fuimos invitados a Guacuco por Leopoldo, su sobrino y mi primo, en cuyo acto íntimo dediqué al Maestro mi primer libro en formato 16avo intitulado: “Seguridad, Defensa y Desarrollo –Una visión global y actual-”, en la dedicatoria escribí: “Al maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, con el mayor de los afectos de un pariente que siempre ha querido seguir su huella”. Siempre recuerdo la templanza y solidez de los conceptos que emitía Luis Beltrán. Este, luego de darme las gracias y leer la dedicatoria, con sonrisa socarrona me dijo: “¿Pero ¿cómo puedes tú seguirme la huella, si eres militar?”.

Confieso que, sabiendo el sentido bromista de su expresión, quise también darle una respuesta socarrona y fue increíble mi improvisación: “Maestro: el caminante hace el camino al andar, pero jamás se devuelve a mirar quien le sigue su huella”. Nunca olvidaré su descargo: “¡No hay dudas, tú también eres maestro ¡”.

Fue una conclusión graciosa y honorable que insufló mi orgullo, enaltecedor además para el apellido. No obstante, en ese momento olvidó el Maestro que también le seguí la huella como abogado, como jurista, como orador, como escritor y articulista. Mas aún, como político hice el símil combinado de la interpretación de Karl von Klausewith, ya que siendo militar preparado para la guerra, me ponía en el brazo armado del político en su decir, que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”.

Era un antimilitarista sin rencor. De mi memoria no podría borrar la dimensión de las palabras del Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, pronunciadas el 6 de mayo de 1961, cuando por disposición transitoria de la Constitución aprobada el 23 de enero, se incorporaba el general en jefe Eleazar López Contreras al senado –Decía- “En esta Cámara usted tendrá el respeto y la consideración que se merece por sus altas ejecutorias… y porque a pesar de las ideas que nos han colocado en causas diferentes, hemos colaborado en la estabilización de la República y en la creación de un clima de concordia y de paz en este país, en donde los rencores se ponen por encima de las transitorias peleas políticas para construir una patria que siendo de todos nos pertenece a cada uno de nosotros…” Pienso que estas palabras son el mejor indicio de la aversión que tendría el Dr. Prieto de estos “revolucionarios de pacotilla”, especialmente cuando dicen que “Ahora Venezuela es de todos”.

Hoy se quiere cambiar el sentido del socialismo del Maestro Prieto. Quieren los seudo-socialistas “rojo rojitos” poner en su memoria la chapucera reforma educativa incluida en la reforma de la ley de educación, pero es imposible cambiar la historia cuando esta aún perdura en nuestras mentes. Todos los ideales que intentan poner en el ideal del Maestro Prieto, no son sino falsos supuestos tergiversados, fundados en el manifiesto ateísmo o anticlericalismo de Luis Beltrán, que quedó plasmado en el famoso decreto 321 del 45, al inicio del cambio revolucionario de entonces.

La Revolución de Octubre”. El 18 de octubre de 1945, luego de la insurgencia de la llamada “Revolución de Octubre”: Acción Democrática y un grupo de oficiales descontentos dieron un golpe de Estado, derrocando al general Medina Angarita y asume el poder una junta de gobierno presidida por Rómulo Betancourt, la participación del educador Luis Beltrán Prieto Figueroa, Raúl Leoni, y Gonzalo Barrios. Por el ejército, el mayor Carlos Delgado Chalbaud y el capitán Mario Vargas.

¡REVOLUCIÓN! En mi mente, desde joven esta palabra ensoñadoramente me ha remontado a pícaras anécdotas de zares y zarinas; que como ficción las acaramelaba o engolosinaba con un mito, más tarde comprendido, cuando comprendí el origen y el fin de la Bolchevique, visto como un supuesto despertar en lejanos lares, que enturbiado por incomprendidas resonancias, buscaba el verdadero sentido de “Democracia”. Hoy veo con tristeza el barbarismo de impulsar una revolución........

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