Asdrúbal Aguiar: Los normalizadores no respetan al pueblo venezolano
El poder y las élites en Venezuela –sean los ocupas del Palacio de Miraflores, sean las franquicias sociales y políticas que se benefician de la república– no han entendido al pueblo venezolano. Ni siquiera les avispa lo ocurrido tras las elecciones primarias del 22 de octubre de 2023, en las que resulta electa candidata presidencial María Corina Machado con 92,35% de los votos, o las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, cuando un personaje ajeno a la política, Edmundo González Urrutia, vence con 40 puntos de diferencia al represor Nicolás Maduro Moros. Permanecen disociados de la realidad. Son inmunes a la autocrítica. Es como si la transparencia los llevase a golpearse contra el vidrio que no distinguen, como zamuros de la política.
Ramón J. Velásquez, perspicaz hombre de Estado, historiador y presidente provisional, pasado El Caracazo me decía que el pueblo venezolano abandonó sus casas sin el propósito de regresar. Se fue a la calle, de repente, más allá de las teorías conspirativas que luego se alegan o las de quienes se las inventan para aderezar narrativas y traspapelar fracasos épicos. Gritó a las élites que había llegado la hora –tras 40 años de modernización y de aprendizaje democrático– de su emancipación. Que la tutela había finalizado, tanto la del partidismo acaudillado como la de los cuarteles regentados por «gendarmes necesarios», que se inventan naciones, les dan muerte, y después las besan incestuosamente y en cadena para resucitarlas, mostrándose como sus salvadores.
El caso es que la elección directa de los gobernadores y alcaldes ofrecida como solución por los partidos, tras la emergencia del 27 de febrero de 1989, en modo alguno interpretó adecuadamente el quiebre social y cultural ocurrido. Apenas contuvo la ebullición, durante una década más. El dominio partidario y de los llamados cogollos se trasvasó desde lo nacional a lo regional, y sólo eso. Como en un juego de naipes entre oficiantes de elecciones, miopes ante la nación que hicieran crecer y madurar sus propios partidos, se empeñan en comprarla, prostituyéndola en pública almoneda.
El protagonismo que buscó reconocérsele a esta en buena lid, pasadas tres décadas y algo más desde la caída de la penúltima dictadura militar y constante en el Proyecto de Reforma Constitucional de 20 de marzo de 1992, fue víctima de una conjura por los mismos partidos. Sólo entendían de beneficios o cuotas de........
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