Leonard Beard.

In memoriam de mi tío Isidro

Tocaba hablar de la actualidad, fuese de los últimos decretos de Donald Trump, del piquito de Rubiales o del decreto ómnibus. Pero hay veces que el tiempo se detiene, una pequeña pausa, apenas un silencio en el ritmo frenesí que nos consume.

Una noticia luctuosa me para en seco: detén tu camino, viejo peregrino, y dime por cuántos mares navegaste, si es que algún día te enrolaste. O si acaso echaste raíces como el viejo álamo en la ribera fluvial. Vuelve la vista atrás por un momento y contempla los días de risas infantiles o de las querencias adolescentes.

No hay grandes citas literarias, ni afortunadas lucubraciones filosóficas; no hay descubrimientos dignos de mención, ni divergentes divagaciones sobre las azarosas disputas cotidianas. Sólo el rumor de un pequeño arroyo que transcurre próximo. Es el tiempo que nos trae risas que creíamos olvidadas, llantos de las pequeñas tragedias infantiles… el transcurrir que trae la memoria casi olvidada.

Cuando quiero recordar los días felices de mi infancia, con frecuencia vuelvo a un patio con cítricos y un granado, y las risas de antaño de un coro de niños que alborotábamos a todas horas, especialmente en........

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