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Un comercio en La Alberca

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José Gálvez en su enoteca de La Alberca. / TLM

La jacarandas ya se desprenden de sus hojas verdes para estrenar su azul en mayo. Los almendros en flor, buganvillas y fresillas anuncian la primavera. Los árboles muestran sus yemas y se pueblan de nidos de gorriones y «merlas» que pían al amanecer. El zureo de los pichones en las palmeras se deja sentir, hartos de la ruidosa vida urbana, buscando la placidez de un remanso serrano. Es ahora cuando el Verdolay comienza a vestirse de primavera, la que lo convierte en un lugar inigualable. Paraje que antaño supuso, por su clima y especies arbóreas balsámicas, un remedio para las enfermedades pulmonares desde finales del XIX. Virtudes del paisaje que ha convertido a La Alberca y su Verdolay en residencia estable para muchas familias murcianas; la cercanía de la urbe, la naturaleza y la vida relajada son un atractivo que ayuda a disfrutar de la vida como en pocos lugares, teniendo a Murcia y su vega a la vista.

Un pueblo donde los vecinos se saludan........

© La Opinión de Murcia