Jesús en Matrix
Cuando se vive en Matrix lo peor que puede ocurrir es que llegue Jesús y te haga un milagro. A los perfectos y justos del año treinta -los de sepulcro blanqueado-, el Mesías les arruinaba el día cada vez que realizaba un prodigio con el que rehabilitaba al marginado de turno, al desheredado o al apestado apartado en la cuneta. Además de antisistema -aún hoy lo sería-, el Hijo del Hombre inventó las segundas oportunidades en una sociedad cruel e implacable. “Yo soy la Verdad y la Vida”, dijo; pese a que aún a día de hoy se prefiera la oscuridad y la miseria. La pena de este mundo es el apego mayoritario que se sigue teniendo al poder, la vanidad, la soberbia, la pompa, el ritual y el ‘farfolleo’ de pega. Para ir al infierno no hay que coger el ascensor desde la azotea. Que pregunten a los fariseos, a los de antes y a los de esta era. Al hombre le encanta el trámite, el camino recto de la burocracia, los sellos bien puestos en el papeleo que te entierra, el tráfico de influencias, el documento original en folios timbrados de repúblicas bananeras. Te puedes romper la cabeza delante del notario, pero como el secretario vaya con el tiempo justo a la ventanilla de turno, te desangrarás en la acera. En Matrix, el milagro se paga con sangre y arena. El turno sobre el dolor, porque ni el especialista ni la consulta te esperan. Te puedes retorcer llamando a la puerta. Tampoco el del juzgado ni el técnico del ayuntamiento aunque tu casa se la llevara la riada tras la última guerra. El........
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