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Economía moral

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Una revolución cultural, entendida como proceso (Pr) de transformación del sistema de necesidades (N) que cualquier transformación institucional puede y debe solamente iniciar, es un elemento básico en el proyecto de socialismo. Utopías referidas a consecuencias distantes posibles no son insignificantes como maneras de ejercer y estimular la imaginación social o trascender los confines del presente, pero son inútiles para el socialismo como alternativa real y realista del sistema existente de dominación social, esto es en tanto que debemos pensar en él como una sociedad práctica funcionando en condiciones de escasez relativa y división social del trabajo. Nuestras experiencias históricas demuestran (contra las predicciones marxianas) que la correspondencia de los requerimientos de una organización social de la producción (Pr) con los del libre desarrollo individual no pueden ocurrir directa y automáticamente, porque la escasez tiende a caracterizar el desarrollo económico incluso después de que la satisfacción de las N humanas más elementales se haya vuelto al menos una posibilidad. Si designamos esta situación estructural con el nombre de modernidad, podemos ver que la alternativa entre planeación o mercado no tiene significado en una sociedad moderna. Los países socialistas de Europa Oriental (PSEO) prueban que ninguna de estas sociedades puede reprimir demandas de autonomía individual a través de un sistema rígido y estricto de privilegios, mientras los hechos del desarrollo occidental demuestran la imposibilidad de asegurar las amplias precondiciones de una producción –que es inherentemente social en su carácter– sólo a través del juego ciego de mecanismos de mercado........

© La Jornada


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