No reconocer al diablo
En Los Silenos de Grabbe, el diablo se muda un tiempo a la tierra mientras están de limpieza en el infierno. Acostumbrado a las temperaturas del averno, se congela nada más llegar. Un naturalista encuentra el cuerpo congelado del diablo y lo traslada a un castillo para examinarlo junto con otros tres colegas. Apostados en torno al demonio, los tres veteranos y sesudos especialistas escudriñan lentamente cada parte de su extraña anatomía, debatiendo con afectada erudición las más disparatadas hipótesis sin ser capaces de reconocerlo.
Mientras uno observa que tiene «cinco dedos», otro matiza que «sus ropas de pieles están anudadas tan laberínticamente, que ni el mismo Cook, que dio la vuelta al mundo, podría desanudarlas», y otro concluye que, por «ese inimitable rasgo de grosería divina», debe tratarse de un crítico literario. Tras la discusión, otro de los científicos intenta demostrar que tiene rasgos de mujer, en concreto, de «hija de un pastor». Y al fin otro más de sus colegas niega que sea una figura femenina, y sugiere........
© La Gaceta
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